No soy un fraude
Cuando entré a trabajar en Tuenti, hace ya más de 12 años, estaba convencidísimo de que no iba a pasar el periodo de prueba.
En mi cabeza, tenía constantemente el pensamiento de “qué carajo habré hecho para engañar a esta gente, en cualquier momento me van a descubrir y chao”.
Pero pasé el periodo de prueba. Estuve allí 3 años.
Luego me fui a Alemania, a trabajar en Trivago.
No sé cómo pasé las entrevistas sin tener mucha idea de inglés… pero las pasé.
Al principio no entendía ni un 20% de lo que me decían.
Era cuestión de tiempo que me echasen.
A los tres meses me hicieron Tech Lead de mi equipo.
Estaba convencidisimo de que fue un golpe de suerte, que el TL anterior se fue y no tenían a nadie más.
No se me pasó por la cabeza que, joder, igual habían visto algo en mí, igual valía para el puesto.
Más adelante, en Codurance, pedían que supiera TDD, o me mandaban al programa de aprendices.
Me estudié TDD el día antes, de hecho hice Outside-In TDD por primera vez en mitad de la entrevista… y la pasé, entrando directamente de craftsman.
“Já! Se la he colado, no tienen ni idea”
Bueno.
El patrón está claro, ¿no?
Pues hoy, después de 12 años programando profesionalmente y más de 4 como formador y coach, sigo sintiendo lo mismo.
Cada vez que posteo en redes sociales y alguien random opina que no tengo ni idea.
Cada vez que me llaman de un proyecto donde usan una tecnología que no he tocado nunca (que tampoco es difícil que ocurra, cada día salen 34 frameworks nuevos de javascript).
Cada vez que me pongo a escribir el guión de una formación y no sé qué contar.
Siento que no valgo, que soy un fraude.
La diferencia es, que hoy SÉ que esa emoción es mentira.
Sé que tengo muchísimos más conocimientos de los que creo que tengo, pero existe una cosa que se llaman sesgos cognitivos, que me quieren sabotear y me impiden verlo.
Sé que puedo confiar en que superaré cualquier reto, no por un golpe de suerte, sino por todos los tiros pegaos que llevo.
Sé que existen herramientas para gestionar esas emociones y no dejar que te dominen.
Por ejemplo, saber que he ayudado a un montón de gente con mis conocimientos, y tener evidencia de ello.
Y sobre todo, no me culpo por tener ese sentimiento.
Puede que el síndrome del impostor esté ahí para siempre.
Pero hoy día he aprendido a gestionarlo un poquito mejor.